“Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y cuantos en él habitan”.  – Salmo 24:1

En La Iglesia somos una comunidad marcada por la gracia de Dios y comprometida a compartir el amor de Jesús con quienes nos rodean. Creemos que Dios cumple sus propósitos a través de personas comunes como nosotros. Al administrar las bendiciones de Dios, a la manera de Dios, para la gloria de Dios, dejaremos un legado duradero de amor en nuestra ciudad y en todo el mundo.

Juntos, nuestra visión es guiar a las personas a convertirse en seguidores totalmente devotos de Cristo. Una visión de esta magnitud requiere que cada uno de nosotros se comprometa y esté e invertido por completo en hacerla realidad. Honramos a Dios administrando sabiamente todo lo que Él nos confía para lograr Sus propósitos. Esto significa dar libremente y con sacrificio de nuestro tiempo, talentos y tesoros a los demás, sin esperar nada a cambio. Este tipo de dar está inspirado en el amor y la gratitud por todo lo que Dios nos ha dado generosamente. Damos porque Él nos dió a nosotros primero.

Queremos que todos en La Iglesia crezcan como discípulos y seguidores de Cristo y sean parte del cumplimiento de nuestra visión. Por lo tanto, debemos adoptar una perspectiva bíblica de mayordomía y generosidad, para hacer crecer los recursos del Reino para los propósitos del Reino. Cuando lo hagamos, conoceremos el gozo de ver a Dios obrando a través de nosotros mientras ayudamos a otros a ser más como Jesús.

Los discípulos que ya son maduros y que son seguidores de Jesús entienden lo que Cristo ha hecho por ellos (Gracia), quiénes son en Cristo (Identidad), y han puesto sus corazones para modelar sus vidas según la de Cristo hasta que se vean y vivan como Jesús (Patrones de vida).